Catalina de Erauso fue diferente desde muy
temprana edad. Su historia es increíble. Esta mujer lucha por vivir a su
manera, al margen de la norma. Imagina otra vida y abre la puerta a
otra realidad, que convierte en posible contra todo pronóstico y que le permite vivir como un hombre
la mayor parte de su existencia.
Estamos en el siglo XVI.
Llega al bosque, y con su ingenio consigue las
ropas de un campesino y así, vestida de hombre, comienza su nueva vida. Durante
días come lo que va encontrando en su camino, frutas y raíces principalmente. Más
tarde llega a Vitoria y consigue encontrar trabajo, primero de agricultor,
después de mozo y de ayudante de un comerciante. Pero obviamente no se presenta
como una mujer, sino como un hombre, utilizando distintos nombres: Francisco de
Loyola, Pedro de Orive, Alonso Díaz Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso.
Catalina de Erauso parte hacia América
Catalina llega a la provincia de Cádiz,
exactamente a Sanlúcar de Barrameda, y allí embarca hacia tierras americanas
como Francisco de Loyola, buscando riqueza y aventuras. A su llegada trabaja en
cualquier cosa que le sale, pero ella quiere alistarse como soldado del rey y
en 1619 lo consigue. Tiene 27 años.
Recorrido de Catalina de Erauso por Sudamérica |
Muestra su pericia y su valor con las armas,
hasta el punto de ganarse la admiración y el respeto de sus compañeros y de sus
superiores, que la ascienden al grado de alférez.
Catalina de Erauso y las mujeres
A Catalina le gustan las peleas, se bate en
duelo por cualquier nimiedad, el juego y la aventura. Y también le gustan las
mujeres, tanto que en muchas ocasiones los duelos son provocados por los celos
de algún marido afrentado.
Monumento a Catalina de Erauso en San Sebastián |
Empieza a correr la voz sobre las buenas artes
amatorias de aquel alférez bravucón y camorrista, y el calificativo de buen
amante está en boca de todas las mujeres con las que comparte lecho.
Los problemas con la ley
A Catalina la detienen varias veces por sus peleas,
sobre todo cuando alguno de sus contrincantes termina herido de gravedad o
muerto. Sin embargo, hay un punto especialmente dramático en su vida, al mismo
tiempo que inesperado.
Un amigo le pide que asista a su duelo como
padrino y ella acepta. Los luchadores acaban ambos heridos e incapaces de
continuar, y deben poner fin al combate los padrinos, ya que las reglas así lo
establecen.
Catalina y su adversario echan mano de la
espada de inmediato y después de unos minutos su contrincante cae herido de
muerte. La costumbre apunta a que se le debe preguntar su última voluntad al
moribundo, y así lo hace Catalina. Éste le comunica con voz entrecortada que le
hagan saber a su familia en España el fatal desenlace, y que su nombre es
Miguel de Erauso. Catalina se queda petrificada por unos segundos, sin saberlo,
ha matado a su propio hermano. Pero no puede entretenerse demasiado tiempo, su
única alternativa es escapar rápidamente para evitar ser detenida. Unos dicen
que este suceso no le afectó demasiado, mientras otros cuentan que el
remordimiento la acompañó el resto de su vida.
Su secreto al descubierto
Hagamos ahora un ejercicio de imaginación. Estamos
en 1623, Catalina tiene 32 años y vuelve a batirse en duelo por una mujer, y
vuelve a matar, pero esta vez es detenida y condenada a muerte. Pide confesión
antes del momento definitivo y cuenta al
obispo, Agustín de Carvajal, toda la verdad. El religioso la escucha
asombrado, sin saber qué creer. Cómo es posible que aquel alférez, valiente y
temido por sus enemigos, sea una mujer. Estupefacto, llama a dos matronas para
que comprueben si el soldado está diciendo la verdad.
Cuando regresan asegurándole al obispo que
Catalina no miente, y por esas curiosidades que tiene la vida, éste la toma
bajo su protección y ordena que su historia sea contada a todo el mundo que
desee escucharla. La pena de muerte que pesa sobre ella se anula. Eso sí, la
obliga de nuevo a tomar los hábitos y a vivir en un convento.
Felipe IV a caballo, Velázquez (Museo del Prado) |
Pero Catalina de Erauso se ha hecho famosa,
todos quieren conocerla, tanto el vulgo como los nobles de la época. Sus
compañeros de andanzas estás asombrados, no pueden creer que aquel con el que
han compartido batallas, diversiones y peleas sea una mujer.
Después de dos años y medio consigue que la
autoricen a salir del convento y regresa a España, concretamente a Madrid. Allí
la recibe el joven rey Felipe IV que le revalida su grado de alférez y le
concede una pensión de 800 escudos, por los servicios prestados a la corona. El
monarca es el que le pone el sobrenombre de la Monja Alférez.
La vuelta a América
Catalina se desplaza a Roma, al Vaticano,
quiere hablar con el Papa Urbano VIII y hacerle una petición. De manera
increíble, el Papa se la concede y la autoriza a vestir ropa de hombre hasta el
final de sus días y también a ejercer como militar si sus servicios fuesen
necesarios.
Papa Urbano VIII |
Vive unos años en España y después decide
regresar a América. Estamos en 1632. Catalina tiene 40 años. Tres años más
tarde se le pierde la pista, nadie sabe qué fue de ella, ni cómo murió ni donde
descansa su cuerpo.
Catalina no tuvo una vida fácil. En su infancia
y primera adolescencia sufrió las burlas y la humillación de sus compañeras de
convento, por su apariencia poco agraciada y escasamente femenina. En la última
parte de su vida, también se cuenta que regresó a tierras americanas huyendo de
su fama, que solo le aportaba miradas indiscretas y preguntas incómodas. Ella
sabía que todos la veían como alguien que iba contra natura.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
Qué vida tuvo la pobre. Me ha encantado leerlo. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Nuria. La vida de las mujeres era complicada en épocas pasadas, aunque fueran valientes, o quizá más todavía si lo eran. Un abrazo.
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