Nueva York es el hogar de esta grandiosa estatua denominada “La Libertad ilumina el mundo”. Su construcción, salpicada de problemas y contratiempos, provocó que llegara diez años tarde a la fecha señalada en un principio, la conmemoración del centenario de la Independencia de Estados Unidos.
Fue el político y jurista francés Édouard Laboulaye, quien tuvo la idea de que Francia hiciese un gran regalo al pueblo americano para celebrar sus cien años de la Declaración de Independencia. Estamos en 1865.
Cuatro años más tarde el escultor Fréderic Auguste Bartholdi comienza a esbozar el proyecto, al tiempo que viaja a Estados Unidos y decide rápidamente que el lugar ideal para su proyecto es Nueva York, exactamente la isla de Bedlole, conocida actualmente como la isla de la Libertad.
El dinero escasea
Los problemas económicos para construir la Estatua de la Libertad surgen desde el principio. El escultor se pone en contacto con distintas personalidades americanas para explicarles su ambicioso proyecto, sabe que va a necesitar miles de dólares, él calcula que unos 400.000, e intenta transmitir su ilusión a todo aquel que desee escucharle. Todos se dejan contagiar, les agrada la idea, pero nadie está dispuesto a desembolsar grandes cantidades de dinero. La estatua avanza a trompicones, con paradas continuas, hasta que Francia decide que serán ellos los que la financien, mientras Estados Unidos deberá ocuparse de los costes del pedestal sobre el que irá colocada la estatua.
Para agilizar la entrada de dinero se usaron todos los medios posibles: fiestas, impuestos, artículos en los periódicos, juegos de azar, banquetes…
El creador de la Torre Eiffel construye la estructura interna de la estatua
El ingeniero Gustave Eiffel, que más tarde construiría la famosa Torre Eiffel de París, ya era conocido por la creación de distintos puentes para la red francesa de ferrocarriles. Él es el responsable de construir una estructura capaz de soportar el peso de la Estatua de la Libertad, un peso que alcanzaría las 225 toneladas.
Transcurren catorce largos años hasta que el monumento se da por finalizado. Ahora solo quedaba separar sus piezas para poder mandarla a su hogar, Estados Unidos. Estamos en el verano de 1884.
El pedestal de Nueva York se retrasa
El pedestal donde tenía que ubicarse la estatua parecía que no iba a terminar nunca de construirse, las obras se paralizaron en el otoño de 1884 por falta de recursos económicos. Pero entonces hace su aparición el dueño del periódico New York World, Joseph Pulitzer, y decide hacer una petición a sus lectores, para que cada uno done algo de dinero en la medida de sus posibilidades. A los cinco meses se habían recaudado 120.000 dólares, que hicieron posible que el monumento llegase a Nueva York.
La Estatua de la Libertad llega a Estados Unidos
El esperado día es el 17 de junio de 1886. Para transportarla tuvieron que desmontarla en 250 piezas y distribuirla en 214 cajas. En 36 de las cajas iban los remaches, los pernos y las tuercas.
La Estatua de la Libertad se inaugura el 28 de octubre de ese mismo año. Personalidades de Francia y Estados Unidos estuvieron presentes, y se calcula que más de un millón de personas siguieron el evento en Nueva York. El presidente de los Estados Unidos en esas fechas era Stephen Grover Cleveland.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
Muy buen artículo. Qué curioso que los franceses les hicieran tal regalo.
ResponderEliminarMuchas gracias. Pues sí, curioso es. Vivir para ver.
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