miércoles, 30 de marzo de 2016

Sissi, emperatriz de Austria, una mujer atrapada por su destino

Elizabeth de Austria, más conocida como Sissi, llega al cine de la mano de la hermosa Romy Schneider, mostrando a una mujer de carácter sumiso, anodino y dócil. Sin embargo, la personalidad de nuestra protagonista distaba mucho de ese retrato vacío de contenido.


Sissi

Sissi poseía una importante cultura, algo no muy usual en una mujer del siglo XIX. Hablaba inglés, alemán, francés, griego y húngaro. Era una enamorada de la poesía, la naturaleza, los viajes y los animales. Había leído a Shakespeare y a Goethe, y escuchaba incansablemente a Wagner. Fue una mujer adelantada a su tiempo, obligada a vivir en una corte encorsetada, anticuada y decadente que sólo le ocasionó sufrimiento.


La niñez de Elizabeth de Baviera


Sissi nace el día de Nochebuena de 1837, en Múnich, Baviera. Su padre es el duque Maximiliano de Baviera y su madre la princesa Ludovica de Baviera. Su infancia la pasa en contacto con la naturaleza, en la residencia de verano que su padre adquiere cercana al Lago de Starnberg. Allí nace su amor por la naturaleza y por los animales. Pero esa niñez de ensueño se iba a truncar abrupta e inesperadamente.


Francisco José I, emperador de Austria


Su hermana Helena está comprometida con Francisco José I, el hombre más poderoso e importante de la época. Sus familias han llegado a la conclusión de que esa boda las favorece a ambas. Helena y su madre deben viajar a la residencia de la Familia Real de Austria y le piden a Sissi que las acompañe. La joven tiene 16 años y ya goza de una hermosura que no pasa desapercibida.

Francisco José I, emperador de Austria
Francisco José I, emperador de Austria

En el momento de las presentaciones, Francisco José, que tiene 23 años, se queda prendado de inmediato de la belleza de Sissi y se niega a casarse con su hermana. Eso estropea los planes de las dos familias y hasta la joven se resiste, pero como le dice su madre: “Nadie contraria al emperador de Austria”.


La nueva vida de Sissi


El 24 de abril de 1854, Sissi contrae matrimonio y cambia de repente su amada naturaleza por una corte rancia y repleta de protocolos absurdos. Tiene 17 años. Su rígida suegra le dificulta la vida desde el primer día. La joven no se adapta a las normas, a la hipocresía y a la etiqueta de su nuevo entorno. Pero las mujeres en el siglo XIX tienen poco margen de maniobra, por lo que su vida continúa por el camino marcado por los demás, y se da cuenta que la única aspiración que le permiten es cumplir con las normas y dar un heredero a la corona.

Tiene cuatro hijos: Sofía Federica, Gisela, Rodolfo y María Valeria. Su suegra apenas la deja acercarse a ellos y en un arrebato de rebeldía, Sissi decide llevarse a Sofía y a Gisela con ella de viaje, con tan mala fortuna que las niñas enferman. Gisela se recupera, pero Sofía muere sin que su madre pueda impedirlo. Este terrible suceso sume a la emperatriz en una profunda depresión, al mismo tiempo que el sentimiento de culpa la consume lentamente.

Ceremonia de coronación como reyes de Hungría
Ceremonia de coronación como reyes de Hungría

La relación del matrimonio es confusa. Hay historiadores que afirman que José Francisco estaba loco por su mujer, mientras otros aseguran que la abandonó desde el primer momento, mientras frecuentaba la compañía de otras mujeres. Lo cierto es que Sissi lo acompañó pocas veces en público, parecía no importarle que tuviera amantes, incluso se dice que lo favorecía.

La emperatriz se sabía una mujer inteligente y culta, pero también era consciente de que los demás solo la valoraban por su belleza, lo que la llevó a obsesionarse con su cuerpo. Llevaba una rígida dieta y hacia ejercicio varias horas todos los días. Sus problemas y su infelicidad la convirtieron en una mujer solitaria, que sufrió bulimia, cefaleas y anorexia.

En 1889 le espera otro duro golpe, su hijo Rodolfo de 30 años, el heredero al trono, se suicida. A partir de ese momento, la emperatriz escapa de Viena y vestirá de negro hasta el final de sus días.



Los rumores sobre los amantes de la emperatriz de Austria


Sissi no era demasiado querida por la prensa de la época, no entendían que no se ajustase al protocolo y estuviese siempre viajando sin su marido, la llamaban “la emperatriz rara”. Se publicaron multitud de artículos sobre ella, en los que se le atribuían romances con distintos hombres, entre ellos su primo Luis de Baviera.

Sissi

También se comentó que tenía una relación demasiado íntima con alguna de sus damas de compañía, con las que pasaba todo el tiempo, especialmente en la última época de su vida. Sin embargo, no parecen haber datos históricos rigurosos sobre estos amores.


La última etapa de la vida de Sissi


La emperatriz viaja constantemente. El 10 de septiembre de 1898 está en Ginebra, paseando tranquilamente, y un anarquista italiano la agrede clavándole un estilete en el corazón. Todo es confuso, el individuo se tropieza con ella y en un primer momento nadie se percata de lo que ha ocurrido en realidad, hasta que Sissi se derrumba. La ironía es que el anarquista, Luigi Lucheni, no quería asesinarla a ella, estaba esperando al príncipe Henri d´Orléans, pero no llegaba y la emperatriz sí llegó.

Asesinato de la Emperatriz
Grabado del asesinato de la Emperatriz

Su cadáver viaja a Viena y es enterrado en la Cripta Imperial, en la Iglesia de los Capuchinos, junto a los cuerpos de su hijo Rodolfo y de su pequeña hija Sofía.

Las personas que tuvieron la suerte de conocer a Sissi la definen como una mujer inteligente, sensible, culta  y buscando siempre un resquicio de libertad lejos de su jaula de oro. El resto de la gente, empezando por su familia política, la criticó continuamente, simplemente porque era rebelde, porque no quería adaptarse a lo que no le gustaba y porque se resistía con todas sus fuerzas a seguir la vida que le marcaba la sociedad de su época. En algún momento diría: “No me queda más remedio que vivir como una ermitaña. En el gran mundo me persiguieron y me juzgaron mal, me hirieron y me calumniaron tanto… Por esa razón me replegué hacia el interior y me aferré a la naturaleza. El bosque nunca traiciona. La naturaleza es mucho más agradecida que los seres humanos”.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados


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