Simon Wiesenthal es conocido por su incansable labor en la identificación y persecución de criminales de guerra tras la Segunda Guerra Mundial. Sobrevivió a varios campos de concentración, y dedicó su vida a recopilar pruebas para detener a los nazis responsables de las atrocidades durante el Holocausto, colaborando en juicios históricos como los de Núremberg.
Wiesenthal nace en diciembre de 1908, en Buczacz, que entonces formaba parte de la monarquía de los Habsburgo, y actualmente pertenece a Ucrania. Estudió arquitectura en la Universidad de Praga, ya que fue rechazado en la Universidad Politécnica de Lvov, donde había un "cupo de judíos" que no podía excederse. En 1936 contrae matrimonio con Cyla Mueller, y durante unos pocos años su vida es similar a la de millones de personas anónimas. Pero su rutina iba a romperse, y su existencia a verse invadida por la más terrible de las pesadillas.
Es trasladado a un campo de concentración y de ese a otro, y a otro... Así visita hasta doce campos de exterminio, y en sus ojos y en su alma se va esculpiendo, tan indeleble como la piedra, cada escena de terror, la ignominia más terrible, la carencia de lo más básico, la indiferencia de unos seres humanos por el sufrimiento de otros... y la muerte siempre observándole en silencio. Nunca olvidaría como las piel de su compañeros se utilizaba para fabricar jabones y botones, y el pelo para rellenar almohadas. Recordaría siempre el olor a carne quemada impregnando el ambiente, las violaciones, las matanzas, los cuerpos amontonados en las fosas comunes... Pero su memoria también retendría los nombres y los rostros de sus verdugos.
Durante ese periodo intenta suicidarse dos veces, era su huida del infierno. Pero el destino no estuvo de acuerdo con él, y afortunadamente sobrevive en ambas ocasiones. El suicidio es la única puerta que algunos encuentran, incluso después de ser liberados. Es el caso de su amigo Jean Améry, que se quita la vida en 1978, y que afirmaría: "Quien ha sufrido el tormento no podrá ya encontrar lugar en el mundo".
Mauthausen
El campo de concentración de Mauthausen se constituyó en agosto de 1938. La vida que llevaban los prisioneros era dantesca. Los escasos alimentos que recibían y el agotamiento por el trabajo que se veían obligados a desempeñar, proporcionaba un caldo de cultivo más que adecuado para que todo tipo de enfermedades se cebasen en ellos y sin la asistencia sanitaria adecuada, el resultado era la muerte.
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Prisioneros republicanos españoles en Mauthausen |
Estas personas se dejaban la vida en las canteras, donde llegaban a trabajar hasta doce horas diarias. Pero quien resistía esos esfuerzos tampoco se garantizaba la supervivencia, la muerte les acechaba en todas partes: en las cámaras de gas, en las duchas frías que padecían hasta fenecer de hipotermia, en los fusilamientos o tiroteos indiscriminados, en los experimentos médicos o en los ahorcamientos. Más de 120.000 personas fueron asesinadas en Mauthausen, entre ellos más de 5000 españoles.
La libertad
En 1945 los norteamericanos llegan a Mauthausen, y se tropiezan de bruces con el espanto. Allí está Simon Wiesenthal. Pesa apenas 50 kilos. Ochenta y nueve miembros de su familia mueren en la Segunda Guerra Mundial, pero tiene la fortuna de reencontrase con su esposa, con la que vivirá hasta el fallecimiento de ésta, en el 2003. Pasado un tiempo, ya recuperado físicamente, diría: "El privilegio de sobrevivivir conlleva una responsabilidad". Y con esa idea comenzó su "trabajo", que le ocuparía hasta el final de sus días.
En 1947, junto a otros voluntarios, funda el Centro de Documentación Judía en Linz, Austria, con la intención de recopilar datos para próximos procesos.
Desgraciadamente el Centro cierra sus puertas pocos años después, ya que Estados Unidos y la Unión Soviética no estaban interesados en perseguir criminales de guerra, más bien su interés se centraba en la utilización secreta de científicos nazis que les revelaran sus conocimientos.
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Prisioneros dando la bienvenida a los soldados estadounidenses |
Desgraciadamente el Centro cierra sus puertas pocos años después, ya que Estados Unidos y la Unión Soviética no estaban interesados en perseguir criminales de guerra, más bien su interés se centraba en la utilización secreta de científicos nazis que les revelaran sus conocimientos.
Pero Wiesenthal prosiguió en solitario, con tenacidad y con las ideas muy claras respecto a lo que pretendía, recopilando información."No busco venganza, solo justicia", afirmaría en más de una ocasión. Su colaboración es primordial para detener a Adolf Eichmann, que es juzgado y condenado a muerte en Israel. A partir de ese momento, el Centro de Documentación Judía recibe el apoyo de todos los países y abre sus puertas de nuevo.
En 1977 se crea en la Universidad Jeshiva de Los Angeles (EEUU) el "Simon Wiesenthal Holocaust Center", que actualmente cuenta con más de 400.000 miembros y tiene sedes en Toronto, Buenos Aires, Jerusalén y París.
Nazis detenidos
Gracias a Simon Wiesenthal se detuvo a más de 1100 criminales nazis, que fueron juzgados y condenados. Entre ellos estaban:
- Adolf Eichmann: Se encargó de dirigir "la solución final". Mandó a campos de concentración a millones de gitanos, homosexuales, judíos, incapacitados y comunistas. Cuando la guerra ya se veía perdida, huyó de Alemania y acabó recalando en Buenos Aires, Argentina, donde fue secuestrado por el Mossad, el servicio secreto israelí, en 1960. Se le juzgó en Israel, y se le condenó a muerte. Fue ahorcado en 1961.
- Klaus Barbie: Se le conocía como el carnicero de Lyon, donde fue el jefe de la Gestapo. Después de la guerra se esconde en Bolivia. Es detenido y se le juzga en Francia, se le acusa de asesinar a cuatro mil judíos y torturar a más de catorce mil. Es condenado por crímenes contra la humanidad. Muere en 1991.
- Franz Stangl: Comandante de los campos de exterminio de Sobibor y Treblinka. Es arrestado en 1967, y condenado a cadena perpetua. Muere en prisión.
- Karl Silberbauer: Fue el responsable del apresamiento, y posterior traslado a un campo de concentración, de Ana Frank. Fue detenido en Viena, en 1963, donde trabajaba como inspector de policía. Su captura hizo posible acallar las voces de los revisionistas que descalificaban el conocido "Diario de Ana Frank".
"Cuando se mire atrás en la historia, quiero que la gente sepa que los nazis no fueron capaces de matar a millones de personas y huir como si nada", diría Simon Wiesenthal. Su mayor frustración fue no poder encontrar al doctor Joseph Mengele, más conocido como El ángel de la muerte de Auschwitz, por las manos del cual pasaron miles de judíos, víctimas de sus experimentos médico.
El adiós de Simon Wiesenthal
Simon Wiesenthal fallece el 20 de septiembre de 2005 en su casa de Viena, a los 96 años de edad. Sobrevivió al Holocausto, a dos intentos de suicidio y posteriormente a todas las amenazas de muerte que recibió, incluso a una bomba colocada por neonazis cerca de su casa.
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Tumba de Simon Wiesenthal |
El 21 de septiembre se celebró su funeral en el Cementerio Central de Viena. Después su cuerpo viajó a Israel, donde reside su única hija, y allí fue enterrado.
Simon Wiesenthal, el triunfo de la memoria
Simon Wiesenthal ya no está entre nosotros pero, desgraciadamente, las sombras contra las que luchó tanto tiempo permanecen aquí. Nadie debería ser perseguido por pertenecer a una raza determinada, a un género, tener unas creencias religiosas -o no tenerlas-, u optar por una opción sexual diferente a la mayoría. El día que eso ocurra, todos los Simon Wiesenthal descansarán por fin. Sirva este artículo como homenaje a todas las personas que hacen posible que este mundo sea cada día un poco mejor, a todas las personas que hacen posible que la esperanza sobreviva.
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Centro Simon Wiesenthal, Los Ángeles |
Y quisiera terminar con unas palabras del propio Wiesenthal, cuando le preguntaron el motivo por el que había ocupado su tiempo en perseguir nazis, en lugar de vivir su vida simplemente. Él respondió: "El día que nos vayamos de aquí y nos encontremos con los seis millones de asesinados, nos preguntarán qué hicimos. Unos dirán, yo construí casas. Otros dirán, yo fui joyero. Yo les diré, yo... no os olvidé".
Beatriz, he leído tu artículo con la misma sensación que imagino tendría uno al recorrer las salas del Centro Wiesenthal: con el peso de la historia en los hombros, pero también con la claridad de que ese peso hay que sostenerlo para que no lo arrastre el olvido.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho cómo has tejido el relato: no solo es una cronología de hechos, sino una invitación a entender el sentido profundo de la memoria activa. Wiesenthal no persiguió nazis por venganza, sino por esa responsabilidad moral que tan bien rescatas con su frase final: "Yo... no os olvidé." Es brutal la carga que encierra esa respuesta, ¿verdad? Porque además nos apunta directamente a nosotros, como si nos preguntara qué hacemos hoy por la memoria de todos esos nombres que el horror quiso borrar.
Me ha hecho pensar también en algo que pocas veces se dice: la soledad de esa lucha. Lo reflejas muy bien cuando cuentas cómo incluso los grandes bloques de poder se desentendieron para usar a los científicos nazis en beneficio propio. Wiesenthal tuvo que remar contra esa corriente de intereses hasta que los juicios como el de Eichmann volvieron a abrir los ojos al mundo.
Y ese último apunte tuyo, me parece de oro: las sombras siguen aquí. Porque la memoria no es solo mirar atrás, sino estar alerta hacia adelante. Leyéndote, uno no puede evitar preguntarse: ¿quiénes son los "Wiesenthal" de hoy? ¿Tenemos el coraje de sostener esa antorcha o esperamos a que alguien la levante por nosotros?
Gracias por este artículo, Beatriz. Es de esos que no se leen, se quedan acompañando un rato largo.
Un fuerte abrazo.
Hola, Miguel. El peso de la historia lo deberíamos llevar todos sobre los hombros y que nos pesara lo suficiente para no dejarnos olvidar, pero es obvio que no es así.
EliminarWiesenthal perteneció a ese grupo excepcional de personas que hacen posible los cambios y que el mundo avance. Porque no nos engañemos, eso casi siempre lo propician individualidades.
Y, efectivamente, se encontró frente a un gran obstáculo cuando los grandes poderes decidieron actuar en su propio interés, como acostumbran a hacer con frecuencia. Sin embargo, su determinación y la claridad de su objetivo lo empujaron a seguir adelante.
¿Quiénes son los "Wiesenthal" de hoy? Afortunadamente, creo que siempre existen personas que levantan la voz y se esfuerzan en que este mundo sea más justo y humano.
Vivimos tiempos oscuros, y pienso que Wiesenthal se entristecería mucho al ver que las víctimas de antaño se han convertido en verdugos.
Olvidamos fácilmente que los Derechos Humanos son patrimonio de toda la humanidad y su vulneración nos perjudica a todos, no solo a los pueblos afectados.
Un abrazo fuerte.
Hola, Beatriz, gran figura, madre mía a todo lo que se tuvo que enfrentar. Qué pena que se persiga a gente solo por pertenecer a una raza, etnia, etc.
ResponderEliminarBuen artículo.
Un abrazo. :)
Hola, Merche. Pues sí, que pena que eso siga ocurriendo en pleno siglo XXI. Pero así estamos.
EliminarGracias. Un abrazo!!
Enhorabuena, Beatriz. Gran reseña. Un abrazo. :)
ResponderEliminarMuchas gracias, Blas.
EliminarUn abrazo!!