Marie Curie es una de las grandes científicas de la historia. Nacida en Polonia en el siglo XIX, supo derribar las barreras de su tiempo para adentrarse en el corazón de la ciencia. Y su vida no solo es significativa en la parte profesional, también en su vida personal fue capaz de enfrentarse con coraje a las adversidades que le planteó el destino.
Maria Sklodowska, más conocida como Marie Curie, nace en Varsovia, Polonia, el 7 de noviembre de 1867. Sus padres son unos enamorados de la cultura, por lo que crece en un ambiente apropiado para desarrollar y ampliar sus inquietudes intelectuales. Marie es la última de cinco hermanos y todos son aplicados estudiantes, sin que ninguno destaque en especial.
En su infancia se combinan varios hechos que la marcan para siempre. Su madre nunca pudo manifestar su amor hacia ella, jamás la acarició, ni la abrazó, ni la besó. Para una niña, sin duda, esa actitud resultaría incomprensible y dolorosa. Su madre tenía síntomas que, muy acertadamente, asoció a la tuberculosis y no quiso arriesgarse a contagiar a ninguno de sus hijos, por lo que evitó todo contacto físico con ellos.
Otros dos sucesos trágicos sobresalen en la vida de la joven Marie, su hermana mayor fallece a causa del tifus en 1876 y poco tiempo después también su madre la abandonaría a causa de la tuberculosis. Esas dos muertes prematuras, unidas a los acontecimientos anteriormente narrados, imprimirían a su carácter un rasgo de introversión que nunca la abandonó.
Pero dichas circunstancias no la hacen desistir de su empeño, su fascinación por saber se mantuvo intacta. En 1883 culmina sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Varsovia en aquellos años no permitía los estudios universitarios a las mujeres, así que Marie sabe que no puede continuar su educación a no ser en secreto. Por ello su decisión es unirse a la Universidad Volante, un conjunto de personas, mayoritariamente mujeres, que se reúnen de forma encubierta para tener acceso a un aprendizaje que se les niega.
Marie estudia durante un tiempo en la Universidad Volante, pero llega un momento en que desea hacer las cosas de otro modo y entonces entra en escena su hermana Bronia. Las hermanas llegan a un acuerdo: Bronia se marcharía primero a estudiar medicina a París, mientras Marie la ayudaba económicamente desde Polonia. Cuando Bronia terminase sus estudios, sería Marie la que iría a la capital francesa para hacer lo que tanto deseaba, cursar estudios de ciencias en la universidad.
En 1891 llega a París y se instala en casa de su hermana durante unos meses, hasta que decide irse a vivir sola. Estudia casi las veinticuatro horas del día, y eso la hace quedar la primera de su promoción. En 1893 logra su licenciatura en física y un año después en matemáticas, algo extraordinario para una mujer en aquella época.
Marie y Pierre Curie
Marie, ensimismada y apasionada en sus proyectos profesionales, no imaginaba que el amor iba a aparecer en su vida. Pero lo hizo, en la persona de Pierre Curie. Marie tenía veintiséis años, Pierre tenía treinta y cinco, y también era un entusiasta de la ciencia, con un prestigio ya reconocido en Inglaterra y Suiza.
El destino les unió en 1894, y desde el primer momento hubo química entre ellos. Pierre no dejó pasar mucho tiempo, y a los pocos meses le expresó su deseo de casarse con ella. Marie estaba indecisa, unir su vida a Pierre le suponía decir adiós para siempre a su amada Polonia. Transcurrieron diez meses antes de que accediera a las pretensiones de su enamorado. Pero ese día llegó, y se casaron. Su boda fue tan sencilla como ellos mismos y su luna de miel consistió en un recorrido en bicicleta por las carreteras francesas, hospedándose en hostales, pero felices de estar juntos y deseando volver a sus laboratorios. No en vano, Marie decía: "Soy de quienes piensan que la ciencia encierra una gran belleza. Un sabio en su laboratorio no es sólo un técnico, es también un niño colocado ante fenómenos naturales que lo impresionan como un cuento de hadas".
Se instalaron en un pequeño apartamento, donde los libros eran el principal adorno. A los dos años llegó su primera hija, Irène, que con el paso del tiempo seguiría el mismo camino que sus progenitores y ganaría también un premio Nobel.
Marie siguió con sus experimentos, seguida de cerca por su marido, que decidió dejar sus ocupaciones para acompañar a su mujer. En 1898 notifican el hallazgo de un elemento desconocido. Marie lo bautiza como polonio, en honor a su querida Polonia. A finales de ese mismo año, descubren una nueva sustancia de gran radiactividad, el radio.
Marie siguió con sus experimentos, seguida de cerca por su marido, que decidió dejar sus ocupaciones para acompañar a su mujer. En 1898 notifican el hallazgo de un elemento desconocido. Marie lo bautiza como polonio, en honor a su querida Polonia. A finales de ese mismo año, descubren una nueva sustancia de gran radiactividad, el radio.
Por esas fechas, ya la salud de ambos empezó a resentirse. Pierre comenzó a sufrir grandes dolores en las piernas, lo que le obligó a guardar reposo durante un tiempo. También Marie se encontraba terriblemente agotada, aunque su inquebrantable voluntad la mantenía en movimiento. La exposición a la radiactividad ya les estaba afectando, aunque ellos lo ignoraban todavía.
Sus investigaciones traspasaron las fronteras de Francia, y científicos norteamericanos se pusieron en contacto con ellos para pedirles información. Pierre le planteó a Marie las dos opciones que tenían: "O bien describir los resultados de nuestra investigación, sin reserva alguna. O bien podríamos considerarnos propietarios e inventores del radio, y asegurarnos los derechos de su fabricación en todo el mundo". Marie recapacitó un momento, para afirmar: "Es imposible. Sería contrario al espíritu científico. Además, el radio se va a emplear para combatir una enfermedad. Sería imposible aprovecharse de eso...", y así quedó zanjado el asunto. Esa misma noche Pierre facilitó a los ingenieros norteamericanos toda la información que les requerían, y con esa actitud dieron la espalda a la riqueza.
En 1903, Pierre fue invitado a dar unas conferencias en Londres sobre el radio. Más tarde, multitud de llamamientos llegarían para ambos, comidas y banquetes por toda la capital. En diciembre de ese mismo año, recibían el Premio Nobel de Física, compartido con Antoine Henri Becquerel, por sus hallazgos sobre la radiactividad.
El tiempo transcurre, y las invitaciones continuas que reciben les empiezan a cansar. En la primavera de 1904, Marie manifiesta: "¡Siempre hay ruido a nuestro alrededor! La gente nos distrae de nuestro trabajo. He decidido no recibir más visitas, pero de todos modos se me importuna. Los honores y la fama han estropeado nuestra vida. La existencia pacífica y laboriosa que llevábamos ha sido completamente desorganizada". Ese mismo año, en diciembre, nacería su segunda hija, Ève.
La primavera de 1906 la sorprendería con un terrible acontecimiento, su marido muere atropellado por un carro de caballos. A raíz de ese trágico suceso, el Gobierno francés le otorga una pensión, pero Marie la rechaza: "No quiero una pensión. Soy joven todavía y capaz de ganarme la vida para mí y para mis hijas".
Marie Curie en lo más alto
Un mes después del fallecimiento de Pierre Curie, el Consejo de la Facultad de Ciencias concede a Marie la cátedra que había ejercido su marido en la Sorbona. Y en su primera clase, Marie empezó su disertación tomando las últimas frases que Pierre había utilizado para terminar su propio discurso. El legado proseguía.
La primera guerra mundial, en 1914, la llevaría junto con su hija Irène a constituir un servicio de auxilio radiológico, suministrando a las unidades móviles y hospitales aparatos de rayos X, instruyó al personal de enfermería e incluso condujo personalmente alguna de las unidades.
En 1921 ocurría un acontecimiento sin precedentes, las mujeres norteamericanas reunieron cien mil dólares, el coste de un gramo de radio, y se lo entregaron a Marie Curie, con la condición de que visitara Estados Unidos. Marie accedió, conmovida por la generosidad de esas mujeres y, en la madurez de su vida, realizó su primera visita oficial. En 1929 se vuelve a repetir el milagro, y sus seguidoras le regalan de nuevo otro gramo de radio con que abastecer el recién estrenado Instituto Marie Sklodowska Curie, en Varsovia.
En 1933 transfiere a su hija Irène la dirección del Instituto del Radio. Su salud no es buena, e intuye que no le queda mucho de vida. Efectivamente, Marie Curie muere el verano de 1934. Ni un solo representante político acude a su entierro, sólo las personas que la quieren y la admiran están allí dándole su último adiós, seguramente como a ella le hubiese gustado. Porque hay personas y Personas, y Marie Curie era grande en sí misma y no necesitaba honores ni adornos.
La imprescindible Marie Curie
A Marie Curie siempre le preocupó que hubiese personas con grandes capacidades intelectuales y que debido a su estrato social humilde no pudiesen acceder a los estudios, eso la hizo dedicar parte de su tiempo a desarrollar becas que ayudasen a esas personas con escasos recursos económicos.
Marie Curie fue:
* La primera de su promoción en la carrera de Física.
* La primera mujer en doctorarse en Francia.
* La primera mujer en lograr un Premio Nobel.
* La primera mujer en conseguir una cátedra en la Sorbona.
* La primera persona que recibió dos Premios Nobel.
Porque como dijo Bertolt Brecht: "Hay personas que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenas. Pero las hay que luchan toda la vida: esas son las imprescindibles".
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
Maravillosa biografia👋
ResponderEliminarMuchas gracias, Dakota.
EliminarFue una gran mujer y científica. Gracias por recordármelo. Un abrazo
ResponderEliminarSin ninguna duda, Nuria. Gracias a ti. Un abrazo!!
EliminarExcelente post, sin duda un personaje histórica que vale la pena adentrarse mas a sus descubrimientos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, José.
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