El pueblo íbero fue una civilización fascinante y misteriosa de la Península Ibérica. Se desarrolló alrededor del siglo VII a.C. y la conquista del pueblo romano acabó con ellos, en torno al siglo I a.C. Actualmente, conocemos su destreza en el comercio, la agricultura y la metalurgia, y a día de hoy su cultura sigue despertando el interés y la curiosidad de arqueólogos e historiadores.
Los griegos llamaban íberos a los habitantes de la Península Ibérica. Los celtas se asocian al norte de España y a Europa, mientras que los íberos se concentran en la zona levantina y en Castilla-La Mancha. En éste último enclave se encuentra el famoso yacimiento de El Cerro de las Cabezas, en la provincia de Ciudad Real, visita obligada para todos los amantes de la historia y de la arqueología.
La procedencia de los iberos es incierta, aunque está mayoritariamente aceptada la teoría de que son las sociedades de la última etapa de la Edad de Bronce, que van transformando su comercio, su economía y sus costumbres, hasta convertirse en lo que conocemos como cultura ibera.
La sociedad íbera
Los íberos vivían en el campo, de la huerta y de la ganadería. Criaban cabras, ovejas y vacas, entre otros animales, pero su principal recurso eran los productos agrícolas, donde predominaba el secano, con cultivos como la vid y el olivo. Asimismo, su comercio se extendía a países como Grecia y África.
La sociedad íbera estaba dividida en clases, y cada una tenía una función perfectamente delimitada. La casta más importante era la formada por personas ilustres, que poseían dinero y autoridad sobre el pueblo llano.
La clase religiosa le seguía en importancia, donde las mujeres, principalmente, eran el vínculo entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos.Kalathos ibérico decorado. Cueva del Cabuchico (Azuara, Zaragoza), siglo I a. C. Museo de Zaragoza. |
Después, se encontraba el grupo de los artesanos, que fabricaban las armas, las prendas de vestir y el calzado. En último lugar, estaba el pueblo, la gente sencilla que realizaba todo tipo de trabajos, generalmente los más pesados.
La religiosidad de los íberos
Entre los siglos VII y VI a.C. la sociedad íbera consta de una monarquía religiosa que equipara al monarca con dios. Pero ya en el siglo V, la sociedad va evolucionando hacia una religiosidad que se fusiona más con el pueblo, desapareciendo la figura del jefe supremo al que hay que adorar.
En los siglos IV y III a.C. se crean los santuarios a los que tiene acceso el pueblo, y de esta manera cualquier persona puede comunicarse con dios.
Los íberos creen que hay lugares sagrados, comprenden la importancia de la naturaleza y piensan que en ella moran seres que la cuidan, como los espíritus de las aguas, de los bosques, del sol y de la luna.
Caja funeraria ibera hallada en Galera, Granada |
A la hora de enfrentarse al final de la vida, recurren a la práctica de la incineración como acto de purificación, depositando las cenizas de sus seres queridos en vasijas de cerámica de distintas formas y ornamentos, y soterrándolas en tumbas con los objetos personales de la persona fallecida.
Sus creencias les conducen a un viaje después de la muerte, pero pensaban que no todas las personas lo realizaban adecuadamente y con facilidad, por lo que a los niños recién nacidos se los sepultaba en las casas para que no estuviesen solos, ya que no poseían un alma suficientemente fuerte y necesitaban quedarse al amparo de espíritus más sólidos y resistentes, como eran los de sus padres.
Los íberos consideraban que algunos animales les ayudaban en su camino al más allá, entre ellos el lobo, que era apreciado como guía en el mundo de los muertos; y el buitre, que se encargaba de trasportar el espíritu de los guerreros al universo donde habitan las divinidades.
Todavía ignoramos mucho de este pueblo de la antigüedad, y lo que se sabe viene de la mano de escritos remotos y de la arqueología, esa disciplina fascinante capaz de descubrir el pasado tan solo por los restos encontrados, la mayoría de veces, de forma casual.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
Hola Mercedes, recuerdo que cuando iba al cole la historia de los íberos me fascinaba porque la encontraba llena de misterio. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Nuria, aunque te hayas confundido con el nombre :-) Un abrazo.
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