Esas aves maravillosas, blancas e inmensas, son desde hace cientos de años las portadoras de los bebés que llegan al hogar. Sus grandes nidos en lo alto de los campanarios, cercanos a las personas, fue uno de los motivos por los que se convirtieron en ese mágico transporte en el que llega la nueva vida.
La cigüeña ha sido para muchos pueblos sinónimo de
fortuna y felicidad, en parte por la íntima unión que tenían con la naturaleza.
Su llegada con la primavera, con días más largos y soleados, además del cuidado
con el que atendían a sus polluelos, hacía que fuera un animal querido por la
gente. Y con el paso de los años, se las unió a la llegada de un nuevo niño a la familia, gracias también a que distintos autores comenzaron a escribir relatos y
cuentos donde hablaban de la profunda alegría que portaba a los hogares este
animal con el nuevo ser que llegaba.
La cigüeña en el pasado
Si echamos la vista atrás, encontramos que en la
mitología romana, escandinava, griega y germana, se considera a la cigüeña un
animal que trae con ella la dicha y la buena estrella.
En el Antiguo Egipto, cuando alguien fallecía,
su alma se transformaba en el Ba, que albergaba su personalidad, y se le
representaba como una cigüeña o halcón.
Antiguamente en lugares como Rusia, Bosnia,
Ucrania, Rumanía y Croacia se creía que cuando moría una persona su alma
pasaba a un animal, principalmente a una cigüeña o abeja, viajando durante
cuarenta días hacia el inframundo.
El reino de los muertos no era un lugar oscuro y
triste, al contrario, era un espacio rodeado de naturaleza donde brillaba el
sol continuamente. Las almas esperaban allí hasta que llegaba la hora de un
nuevo nacimiento y entonces el animal correspondiente, usualmente la cigüeña,
viajaba de nuevo a este plano material con el alma del recién nacido dispuesta
a reencarnarse.
Por supuesto, era sinónimo de una gran desgracia
que alguien dañase a una cigüeña y en esos países sigue habiendo en la
actualidad una gran reverencia hacia estos animales a los que sienten cercanos
y parte de su propia vida.
La cigüeña es el ave nacional de Lituania y para ellos sigue siendo sinónimo de felicidad y fortuna.
Me encanta la historia, la naturaleza y en definitiva el conocimiento. Por ello tus blogs brillan en mis ojos y aunque no veo cómo hacerme seguidor de ellos, entraré en tus Blog a través de Twitter porque además de escritora soy historiadora y me encanta. Un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario, Nuria. Veo que compartimos pasiones :-) Un abrazo.
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