jueves, 4 de septiembre de 2025

Gustavo Adolfo Bécquer: el poeta romántico

Gustavo Adolfo Bécquer, figura clave del Romanticismo español, dejó una huella profunda en la literatura del siglo XIX con su sensibilidad poética y su visión melancólica de la vida y el amor. Su estilo delicado y evocador transformó el lenguaje lírico, abriendo paso a una forma de escribir más íntima y emocional que marcaría generaciones futuras.

Sumergirse en el mundo de Bécquer es abrir una puerta hacia una existencia marcada por el contraste. Su pensamiento político, conservador en esencia, pero salpicado por destellos progresistas, refleja una personalidad compleja e inquieta.

Bautizado como Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, se convierte en Gustavo Adolfo Bécquer al adoptar el segundo apellido paterno. Nace en Sevilla el 17 de febrero de 1836, en el seno de una familia marcada por el arte. Su madre es Joaquina María Bastida y su padre José María Domínguez Bécquer. Tanto su padre como su hermano Valeriano, al que está muy unido, son pintores.

La temprana pérdida de sus padres, entre 1841 y 1847, marca profundamente la infancia de Gustavo Adolfo, pero no le deja solo. El cariño del resto de la familia, especialmente de su madrina, Manuela Monehay Moreno, actúa como refugio emocional en esos años difíciles. Al mismo tiempo, su espíritu inquieto encuentra consuelo en múltiples actividades creativas, la pintura, la escritura y la música se convierten en sus fieles compañeras, alimentando cada día más una vocación artística que se abre paso pese a la adversidad. También desarrolla un gran amor hacia la lectura, gracias a la inmensa biblioteca que posee su madrina.


La llamada de Madrid


Aunque el entorno cultural sevillano ofrecía a Gustavo Adolfo prometedoras posibilidades como escritor, el joven no parece sentirse cómodo con ese destino. A sus diecisiete años, siente que su ciudad natal no es suficiente y sueña con horizontes más amplios. Un año más tarde, en 1854, decide trasladarse a Madrid.

La capital era entonces un hervidero de movimientos literarios, tertulias y publicaciones. El joven poeta se instala en una modesta pensión e intenta hacerse un hueco en el mundo de las letras, aun cuando eso signifique enfrentarse a la precariedad y a multitud de problemas.

Tras agotar sus escasos recursos, Bécquer se ve obligado a buscar sustento elaborando biografías de diputados por encargo de Gabriel Hugelman. Junto a dos buenos amigos, se lanza a la aventura de fundar un periódico, pero el resultado no es el esperado. Este tramo de su vida en Madrid está marcado por la precariedad económica y una producción literaria limitada, aunque el poeta no dejará de empaparse intensamente de la atmósfera intelectual de la ciudad.


La llegada de su hermano Valeriano a Madrid, en noviembre de 1855, representa un breve alivio emocional y práctico para Gustavo Adolfo, quien encuentra en él no solo cariño, sino también apoyo en tiempos de dificultad. Sin embargo, este reencuentro familiar es efímero, Valeriano regresa a Sevilla al año siguiente, dejando al poeta nuevamente inmerso en las complicaciones de la vida madrileña. A pesar de ello, Bécquer logra mantenerse a flote publicando discretamente varias obras teatrales bajo seudónimo, lo que le permite seguir vinculado al mundo literario mientras enfrenta los desafíos del día a día.

El círculo íntimo de Gustavo Adolfo se amplía tras entablar amistad con el cubano Ramón Rodríguez Correa, quien se convertirá en uno de sus mejores y más leales amigos. Gracias a esta relación, Bécquer accede a un puesto como escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, lo que supuso un respiro económico para el poeta. No obstante, esa estabilidad fue como un espejismo, pues pronto es cesado de su cargo, dejando atrás la fugaz tranquilidad que había logrado alcanzar.

Con la mente despejada y el tiempo como aliado, Gustavo Adolfo Bécquer se embarca en lo que sería uno de sus más ambiciosos proyectos: La Historia de los Templos de España. El principio de esta historia surge en 1857, cuando junto a su colaborador Juan de la Puerta, comienza la planificación de esta obra monumental. El propósito exige no solo rigor documental, sino también la incorporación de distinguidos especialistas en historia, arte y literatura.

A comienzos de agosto de 1857, ve la luz la primera entrega de La Historia de los Templos de España, proyecto que promete ser una obra importante. Sin embargo, tras más de un año de esfuerzos titánicos, en noviembre de 1858 la editorial se declara en quiebra, truncando abruptamente aquella ambiciosa empresa. Eso no solo supone el fin de la publicación, sino también el desplome físico y emocional de Bécquer, quien desgastado por la intensidad con que se entregó al proyecto termina sucumbiendo a la enfermedad, que lo mantiene alejado de la vida pública un tiempo.


La madurez poética de un romántico


Durante los años 1859 y 1860, Gustavo Adolfo Bécquer vive una etapa de entusiasmo creativo que le consagra como una de las voces más prometedoras de la literatura romántica. Este periodo de intensa producción coincide con el encuentro decisivo con Josefina y Julia Espín, dos hermanas cuya presencia dejaría una profunda huella emocional en el poeta, especialmente Julia, cantante de opera y musa inspiradora de varias de sus Rimas, como la célebre "¿Qué es poesía?... Poesía eres tú".


A pesar de sus inquietudes literarias más profundas, Bécquer no se desvincula del ambiente escénico y continúa creando obras teatrales, manteniendo vivo su vínculo con el universo del espactáculo.

Son estos unos años de gran fecundidad literaria para Bécquer que, sin embargo, no se traduce en prosperidad económica, y el poeta atraviesa una época marcada por la precariedad material. En medio de estas dificultades, en 1860 se incorpora a la plantilla de El Contemporáneo, un diario de línea conservadora que se convierte en su tabla de salvación. Gracias a este empleo, logra estabilizar su situación financiera.


El matrimonio del poeta


En medio de una etapa de extraordinaria creatividad literaria, Gustavo Adolfo Bécquer halla también un respiro en el ámbito personal al contraer matrimonio con Casta Esteban Navarro, una joven de origen soriano perteneciente a la burguesía rural. Esa unión representa un intento del poeta, de crear una estructura familiar y afectiva que le ayude a equilibrar la intensidad de su mundo interior.

El papel de Casta Esteban en la vida de Gustavo Adolfo ha sido objeto de controversia entre estudiosos y biográfos, muchos de los cuales la han presentado como una mujer incapaz de conectar con la profunda sensibilidad del poeta. También se la acusó de infidelidad y de no comprender la complejidad emocional de su marido, lo que alimentó tensiones en el matrimonio. Pero a pesar de esos desencuentros afectivos, el 9 de mayo de 1862 nace en Soria el primer hijo de la pareja: Gregorio Gustavo Adolfo.

La nueva realidad familiar de Bécquer, al convertirse en padre, le impone responsabilidades económicas que su labor como periodista no logra cubrir. Ante la necesidad de aumentar sus ingresos, el poeta se ve obligado a diversificar sus esfuerzos creativos, recurriendo a géneros más comerciales como la zarzuela, que le ofrece una solución sin abandonar el mundo de las letras que tanto ama.


El año 1863 marca uno de los momentos más fértiles en la trayectoria de Bécquer, quien intensifica su colaboración con El Contemporáneo, ampliando el número de artículos y relatos que aparecen en sus páginas.

A partir de septiembre de 1864, la mirada de Bécquer comienza a dirigirse hacia la política, pues el fundador de El Contemporáneo, Luis González Bravo, es nombrado ministro de Gobernación. Durante un breve periodo Gustavo Adolfo asume la dirección del diario y poco después obtiene un cargo como censor de novelas en Madrid, función que le ofrece un salario considerable. Sin embargo, esta posición resulta efímera y su estabilidad económica se desmorona con rapidez.

En esa época empiezan a reflejarse claros contrastes en su estilo de vida y en su apariencia. En ciertos momentos se presenta como el artista bohemio, desaliñado y entregado al genio creador, ajeno a las convenciones sociales; pero cuando la fortuna le ofrece respiros económicos, adopta con naturalidad el porte del burgués elegante y envuelto en buenas maneras.


El tramo final de Bécquer


Durante determinados periodos, Bécquer se traslada a Soria acompañado de su hermano Valeriano, buscando aliviar su quebrantada salud en un entorno más apacible. Pero esas escapadas también responden al deseo de tomar distancia de su mujer, con quien la relación se ha vuelto cada vez más tensa a raíz de presuntas infidelidades. De hecho, se dice que el tercer hijo del poeta, Emilio Eusebio, no era biológicamente suyo.

Los primeros meses de 1869 representan para Bécquer una etapa particularmente difícil en el plano económico, a lo que se une la enfermedad de uno de sus hijos. La apariencia descuidada del poeta refleja con claridad la gravedad de la situación que atraviesa. Su físico, marcado por el abandono y el cansancio, es una manifestación evidente del sufrimiento que está soportando.


El año siguiente, sin embargo, la vida le proporciona un respiro. Regresa a Madrid acompañado por su hermano Valeriano, sus hijos y el círculo íntimo de amigos que aún le arropan, y eso supone un oasis de serenidad y afecto en medio de una vida marcada por la adversidad. Ese entorno cálido le brinda momentos de verdadera felicidad, que devuelven al poetal algo del aliento perdido. Por desgracia, esa breve etapa de luz se ve repentinamente truncada el 23 de septiembre de 1870, cuando la muerte de su querido hermano deja un vacío irreparable del que nunca se recuperará y, al mismo tiempo, marca el final de su propia vida.

En los meses que siguieron, Bécquer continúa enfrentando serias dificultades económicas, inmerso en una rutina marcada por la escasez. Sin embargo, su genio creativo no se detiene, y sigue escribiendo a pesar de la adversidad y la amargura. El 10 de diciembre de 1870, su salud se quiebra de manera definitiva, y doce días más tarde, el 22 de diciembre, fallece a causa de una tuberculosis, acompañado por sus hijos, algunos fieles amigos y su esposa. Su cuerpo es sepultado en Madrid en un primer momento, para más tarde ser trasladado a Sevilla, donde descansa definitivamente junto a su hermano Valeriano.

El último deseo de Bécquer, confiado a su más íntimo amigo, es preservar la privacidad de su vida destruyendo todas sus cartas, al tiempo que pide que sus poemas sean publicados.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados


Para saber más
Rimas y leyendas - Gustavo Adolfo Bécquer (Editorial Austral)



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