El Monasterio de El Escorial encierra diferentes mundos, y también nos habla de su creador, Felipe II, un hombre profundamente religioso, pero al mismo tiempo amante de lo oculto, de lo esotérico. En este microcosmos el rey quiere albergar todo el conocimiento y al mismo tiempo reflejar su devoción por Dios. El Escorial es su particular Axis Mundi, un punto de unión y de comunicación entre lo divino y lo humano.
Situado a
cincuenta kilómetros de Madrid, en la localidad de San Lorenzo de El Escorial,
en la sierra del Guadarrama, sus casi 34000 metros cuadrados albergan no
solo el monasterio, también un palacio, una basílica, un museo, un panteón y
una biblioteca. Algunos lo consideran la octava maravilla del mundo. Este
monasterio del siglo XVI está declarado bien de interés cultural por la
Comunidad de Madrid y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La construcción de El Escorial
En 1519, Carlos
I establece la capital del imperio español en Toledo, pero su hijo, Felipe II, decide
que se traslade a Madrid. Más tarde, ordena a un grupo de sacerdotes,
arquitectos y astrólogos, que localicen el sitio ideal para levantar un
edificio que asombre y maraville a toda la humanidad. Antes de veinte años, el
Monasterio de El Escorial es una realidad.
El 23 de abril
de 1563, a las once de la mañana, se coloca la primera piedra de la
construcción de El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El edificio no es
tan solo monasterio, también es panteón, palacio, templo, colegio y biblioteca.
En su interior, 88 escaleras, 15 claustros, 1200 puertas, 2600 ventanas, 9
torres y 88 fuentes, y más de 1500 pinturas.
Felipe II elige
al arquitecto Juan Bautista de Toledo, que ha trabajado a las ordenes de Miguel
Ángel en la construcción de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Cuando
fallece, en 1567, ocupa su puesto Juan de Herrera, que ya trabajaba desde el
principio en el edificio. Ya con las riendas de la construcción, Herrera
levanta una planta más, hace desaparecer algunas torres y facilita la aparición
de la Biblioteca Real. En 1584 finaliza la construcción, aunque la Real
Basílica no se termina hasta dos años más tarde.
Los panteones de El Escorial
En el Escorial
descansan para siempre los reyes de España y las reinas que fueron madres de
reyes. Hallamos dos panteones: el de los Reyes y el de los Infantes.
Podemos
encontrar los sepulcros de Carlos V y de su hijo Felipe II, así como de la
madre de este último, la emperatriz Isabel de Portugal. Sin embargo, no
encontramos a Felipe V, ya que su deseo fue ser enterrado en el Palacio Real de
la Granja de San Idelfonso, en Segovia, lugar del que estaba absolutamente
enamorado. Junto a él, descansa también su esposa, Isabel Farnesio. Asimismo,
tampoco los restos de su hijo, Fernando VI, descansan en El Escorial, ya que se
encuentran en el Convento de las Salesas Reales, edificio fundado por su
esposa, la reina Bárbara de Braganza.
Los cuerpos sin
vida de los monarcas y de sus esposas pasan varios años en el denominado "Pudridero",
hasta que se incorporan a sus respectivos sepulcros. Los reyes en la parte
derecha del altar y las reinas en la izquierda.
El Panteón de
Infantes se construye por iniciativa de la reina Isabel II, destinado a
príncipes, infantes y reinas que no han sido madres.
La biblioteca de El Escorial
El Monasterio de
El Escorial alberga una de las bibliotecas más importantes del mundo. Entre sus
más de cuarenta mil textos de diferentes temáticas, entre ellos seiscientos
incunables, podemos encontrar manuscritos griegos, árabes, latinos y hebreos. Y
también volúmenes de astrología, magia y alquimia. El deseo de Felipe II es que
la biblioteca de El Escorial contenga todo el saber de la humanidad.
El Escorial y las puertas del infierno
Multitud de
leyendas y misterios recorren este singular edificio, como la del perro negro
que visita el lugar cuando los trabajadores están imbuidos en su construcción,
metiéndoles el miedo en el cuerpo con sus ladridos. Felipe II, harto de que los
obreros se quejen, ordena matarlo. Y se cuenta que más de veinte años después,
el can vuelve buscando venganza y llenando de angustia al rey con sus intensos
aullidos.
Pero el infierno
es el verdadero protagonista de las leyendas de El Escorial. Se dice que Felipe
II decide construir el edificio en ese lugar concreto, porque cuando van a
inspeccionarlo se levanta un viento huracanado que les impide avanzar y piensan
que es obra del diablo, que quiere impedir que una construcción dedicada a Dios
se lleve a cabo en ese emplazamiento, por lo que concluyen que allí debe
encontrarse una de las siete puertas que Lucifer ha creado en la Tierra para
ingresar en el Averno. El rey, con la construcción de El Escorial, pretende
cerrarla para siempre.
Sin embargo, no
es la única puerta que da paso al inframundo, la tradición está repleta de
ellas. Si nos remontamos a la mitología griega, encontramos el Hades, el reino
de los muertos, que tiene una entrada por donde se introduce Orfeo para
rescatar a su esposa Eurídice. En Italia se dice que existen dos accesos, uno
de ellos en el lago Aornos, en las cercanías de la ciudad de Nápoles. Este
emplazamiento está sobre un volcán y también se le conoce como el lago del
Averno.
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