Paracelso
fue un médico adelantado a su tiempo, siempre buscando nuevos remedios y
deseando traspasar los conocimientos de sus contemporáneos. También fue
alquimista y astrólogo.
Theophrastus
Bombast von Hohenheim, más conocido como Paracelso, nace en 1493 en Einsiedeln,
Suiza. Su padre es médico y alquimista, y de él aprende a utilizar las pócimas
que ve cada día en su laboratorio. A los 16 años comienza sus estudios en la
universidad de Basilea, Suiza, y aumenta sus conocimientos en Alemania, Italia,
Egipto, España, Polonia, Dinamarca, Hungría, Rusia y Francia.
En
aquellos años se pensaba que debía existir una solución para sanar todas las
dolencias, mientras Paracelso afirmaba que lo que se debía buscar era un
remedio individual para cada enfermedad. Asimismo, aseguró por primera vez que
determinados tóxicos administrados en pequeñísimas cantidades podían sanar
ciertas dolencias.
A los 43
años ve la luz su Gran libro de cirugía, que
le proporciona una gran fama. Abrió puertas para utilizar de manera novedosa en medicina minerales como el mercurio, el azufre, el hierro y el plomo, y
escribió la primera descripción clínica de la sífilis y el bocio. También se
introdujo en la utilización de plantas medicinales, siempre observando la
manera en que se curaba la gente humilde que vivía en contacto permanente con
la naturaleza.
Paracelso
entendía que cuerpo y alma estaban unidos de manera indisoluble, como la magia
y la ciencia, y que un médico debía ser al mismo tiempo filósofo, astrónomo y
teólogo. Entre sus obras más relevantes se pueden citar Liber Paragranum y Opus
Paramirum.
Daba
gran importancia a los cuatro elementos que conforman el mundo: tierra, aire,
agua y fuego. Asimismo, creía en los seres elementales que viven en cada uno de
estos elementos, los gnomos en la tierra, las ondinas en el agua, las
salamandras en el fuego y las hadas en el aire.
Se dice
que buscó incansablemente el elixir de la inmortalidad, que consiguió
transmutar plomo en oro y que fue el verdadero creador de la Orden Rosacruz.
Utilizó la alquimia principalmente para la elaboración de preparados
medicinales y sentó las bases de la homeopatía.
Este singular médico se
ganó muchos enemigos por su manera de entender la medicina, pero sus seguidores
fueron mucho más numerosos y aumentaron en años posteriores a su muerte. En una
ocasión afirmaría: “La magia es sabiduría, es el empleo consciente de las fuerzas
espirituales para la obtención de fenómenos visibles o tangibles, reales o
ilusorios. Es el uso bienhechor de la voluntad, del amor y de la imaginación. Es
la fuerza más poderosa del espíritu humano empleada en el bien”.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
No conocía si historia. Un artículo excelente. Abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria. Un abrazo!!
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