Dian Fossey es un
personaje especialmente querido para quienes amamos a los animales. Es una de
esas personas que abren mundos, mundos que eran inaccesibles hasta ese momento
para el ser humano, mundos ocultos llenos de hermosos secretos. Convirtió a
unos animales que eran casi demoniacos en esos años, en seres con inteligencia
y emociones. Les devolvió su luz y de ese modo, impidió que desapareciesen para
siempre.
Dian va creciendo y
decide estudiar terapia ocupacional en el San Jose State College. Se gradúa en
1954 y trabaja algunos años en un hospital infantil de Kentucky, con niños
discapacitados psíquicos. Estos niños especiales pronto le toman cariño, ya que
ella a base de mímica consigue acercarse a ellos de un modo singular. Pero ya
el amor por la naturaleza le anda rondando y en 1960 descubre los trabajos de George B. Schaller, el primer zoólogo que se interesó
por la amenaza que sufrían los gorilas de montaña.
Un
viaje que cambiará su vida
Dian Fossey viaja a
África en 1963 y allí conoce al antropólogo británico Louis Leakey. En esos años los gorilas de montaña tienen una mala fama
inmerecida, principalmente por desconocimiento. Se dice que son muy agresivos,
llegando incluso a afirmar que son seres malignos surgidos de los infiernos.
Pero Louis Leakey está dispuesto a demostrar lo equivocados que están quienes
piensan de ese modo. A su favor tiene el apoyo y la difusión que le proporciona
el National Geographic. Sin embargo,
necesita personas que investiguen sobre el terreno, dispuestas a pasarse meses
en ese entorno salvaje y desconocido.
La región que abarca
Uganda, República Democrática del Congo y Ruanda, jalonada por ocho majestuosos
volcanes, es el refugio y el hogar de los gorilas de montaña. Una zona
bellísima, cercana a la región de los Grandes Lagos, pero repleta de conflictos
armados y peligros inesperados.
Leakey
acepta el ofrecimiento de Dian Fossey para formar parte de la
investigación, aunque al principio se muestra escéptico, y en febrero de 1967, Dian se instala en el corazón de
África.
En busca de los gorilas de montaña
Digit
Digit es
uno de los gorilas favoritos de Dian. Pertenece a uno de los grupos, y cuando
lo encontraron tenía alrededor de cinco años. A Digit le gustan mucho los
humanos y juega frecuentemente con ellos. Dian relata en su libro Gorilas en la
Niebla: “Digit esperaba con ilusión los
contactos diarios con los observadores de Karisoke, que para él eran una fuente
de diversión… Podía distinguir entre hombres y mujeres; a los hombres les
golpeaba, pero con las mujeres se comportaba casi con timidez”.
El 1
de enero de 1978 no encuentran al grupo de Digit, pero sí rastros de que han
huido asustados. Al día siguiente encuentran al gorila muerto, le han cortado
la cabeza y las manos, y todo su cuerpo está cubierto de heridas. El resto del
grupo ha conseguido escapar gracias a él.
La
noticia le produce a Dian una gran tristeza, era uno de sus gorilas más
queridos, por lo que después de los primeros días de abatimiento, decide que su
muerte debe servir para algo útil. De este modo nace la Fundación Digit, con la
intención de conseguir fondos para luchar contra la caza furtiva.
Digit es enterrado en
un cementerio que crean junto al campamento y del que, desgraciadamente, no
será el único habitante.
El
asesinato de Dian Fossey
Dian Fossey
1932 -1985
Nadie ha amado
más a los gorilas
Hasta muchos años
después no se descubre que el autor del crimen fue Protais Ziriganyirago,
hermano de la mujer del presidente de Ruanda.
Los
gorilas de montaña en la actualidad
Se calcula que a día de
hoy la cifra de gorilas de montaña ronda los 800, de los cuales aproximadamente
la mitad se encuentran en los Montes Virunga. Actualmente se está realizando un
censo, cuyos resultados exactos se darán a conocer el próximo año 2017. Estos
animales siguen estado en peligro grave de extinción, formando parte de la
Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN.
Asimismo, actualmente se
sabe con certeza que la caza furtiva es uno de los medios con que se financia
el terrorismo, y es el cuarto mercado ilegal después de las armas, las drogas y
los seres humanos.
Todas y todos tenemos
una deuda con Dian Fossey, porque casi con total seguridad, sin ella los
gorilas de montaña ya no existirían. Quizá las personas aprendamos algún día a
respetar la naturaleza y a los animales, y a comprender que todos estamos en el
mismo barco, que la naturaleza puede vivir sin nosotros, pero nosotros no sin ella;
y que los humanos también somos animales, algo que olvidamos con demasiada
frecuencia. Tal vez algún día aprendamos a cuidar, en lugar de maltratar y
destruir. Ese día, seguro que la mujer que amó tanto a los gorilas, sonríe
desde algún lugar del universo.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
Para saber más
Hola, muy buen artículo. Esta mujer dio un excepcional ejemplo, ojalá hubiera más como ella...
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Muchas gracias, Merche. Sin duda, una mujer excepcional. Un abrazo 🙂
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