Howard Phillips
Lovecraft era un creador, un creador de quimeras, de cuentos, de dioses. Un
tipo extraño, lleno de prejuicios, de miedos que campaban a sus anchas por su
mente. Pero al mismo tiempo un genio, un hombre capaz de volcar en el papel su mundo interior, de crear las criaturas más asombrosas y arrastrar con ello a
miles de seguidores que siguen a día de hoy tras sus huellas.