miércoles, 24 de septiembre de 2025

La Revolución de los Claveles: cuando la libertad huele a flores

El 25 de abril de 1974, Portugal despertó con el aroma de los claveles y el eco de una revolución sin sangre. En un país marcado por décadas de dictadura, censura y guerra colonial, un grupo de militares decidió cambiar el rumbo de la historia. Lo que comenzó como un levantamiento estratégico, se transformó en un movimiento popular que devolvió la voz al pueblo y sembró las bases de la democracia. Esta es la historia de cómo las flores vencieron a las armas, y de cómo Portugal floreció en libertad.

Aquel día de primavera, Portugal iba a recuperar de nuevo la esperanza y el país daría el primer paso hacia una nueva manera de vivir. Dejaba atrás el gris de la censura, el miedo y la represión, para dar paso a un mundo de colores y voces libres.

Soldado portugués joven con casco militar y uniforme verde sostiene un fusil con un clavel rojo en el cañón, mientras una multitud sonriente lo rodea en una calle de Lisboa durante la Revolución de los Claveles de 1974. Al fondo se ven edificios históricos y un cielo azul con nubes dispersas.

Fue un golpe atípico. Los militares del Movimiento de las Fuerzas Armadas no tomaron las calles con violencia. No hubo tanques disparando ni enfrentamientos masivos. En lugar de sangre, hubo claveles. Flores colocadas en los cañones de los fusiles, símbolo de una revolución que no quería destruir, sino transformar.

La única nota discordante la dio la policía política, la temida PIDE. Negándose a rendirse, disparó contra la multitud frente a su sede en Lisboa, matando a cuatro personas. Pero ni siquiera ese acto logró frenar el impulso colectivo. En cuestión de horas, la cruel dictadura que había gobernado el país con mano de hierro durante casi medio siglo, se desmoronaba... Pero volvamos al punto de partida.


Claveles en lugar de balas

Todo empezo con una mujer que se dirigía a su trabajo en un restaurante, Celeste Caeiro, decidida a comenzar su jornada habitual con un encargo especial entre las manos: un ramo de claveles rojos para celebrar el primer aniversario del local. Pero al llegar, le dijeron que ese día no abrirían, que algo estaba ocurriendo en las calles. Sin saber muy bien qué hacer, se marchó con los claveles. No imaginaba que esas flores, destinadas a adornar una celebración privada, acabarían convirtiéndose en el símbolo de una celebración nacional.

Celeste estaba escuchando la radio con atención. Las noticias eran confusas, pero estaba claro que algo extraordinario estaba ocurriendo. Movida por la curiosidad, decidió dirigirse al centro de la ciudad.

En una de las avenidas principales, se encontró con una tanqueta rodeada de soldados. Se acercó para preguntarles qué estaba pasando. Uno de ellos le respondió y le pidió un cigarro, pero ella no fumaba y entonces le dio uno de los claveles que llevaba, y el soldado, en un gesto espontáneo, lo colocó en el cañón de su fusil.

Una mujer sonriente ofrece un clavel rojo a un joven soldado portugués durante la Revolución de los Claveles en Lisboa, 1974. Ella viste una blusa azul oscuro y extiende el brazo hacia el militar, que responde con una expresión amable. Él lleva uniforme verde oliva y casco, y sostiene un fusil en posición vertical. Al fondo, se ve una calle con edificios antiguos y varias personas observando la escena con curiosidad y alegría.

Ese instante, aparentemente insignificante, se convirtió en un símbolo, y los demás soldados lo imitaron. La imagen se extendió como la polvora y los claveles comenzaron a aparecer por todas partes. Las floristerías se vaciaron, la gente compraba flores y las repartían entre los militares. Lisboa se llenó de color, de gestos de paz y de una emoción contenida durante décadas.

Así nació el emblema de la Revolución de los Claveles, una revolución pacífica, hecha no contra el pueblo, sino contra una dictadura que en menos de 24 horas comenzó a desmoronarse.


La canción que abrió las puertas a la democracia


El 25 de abril de 1974, Portugal despertó al ritmo de una canción que no hablaba de guerra, sino de fraternidad: Grândola, vila morena. Emitida por la radio como señal, marcó el inicio de una revolución insólita, tejida entre claveles, abrazos y la determinación de un pueblo cansado de vivir en silencio. En menos de veinticuatro horas, cuatro décadas de dictadura, la instaurada por Antonio de Oliveira Salazar y continuada por Marcelo Caetano, comenzaron a desmoronarse sin apenas disparos.

Radio antigua de madera sobre una mesa, con el texto “GRÂNDOLA, VILA MORENA” iluminado en el panel de sintonización. Desde el altavoz emergen un pentagrama curvado y varias notas musicales realistas en colores vivos, rodeadas de salpicaduras de pintura multicolor que se expanden por el fondo, simbolizando la fuerza expresiva de la música y su papel en la Revolución de los Claveles.

La melodía, compuesta por José Afonso, figura emblemática de la canción protesta y la resistencia cultural, evocaba la igualdad y la fraternidad entre los pueblos. Su letra, prohibida por el régimen, se convirtió en himno de libertad. Que sonara en la radio aquella madrugada no solo marcó el comienzo de la revolución, fue también una declaración casi poética de que el cambio ya no podía esperar.

La Revolución de los Claveles fue mucho más que un levantamiento militar. Fue un movimiento popular que unió a soldados y ciudadanos en una causa común: recuperar la libertad. Desde 1925 no se celebraban elecciones democráticas en el país, y el regimen había sofocado cualquier intento de apertura. Pero aquel día, Portugal abrió una nueva etapa. Gracias a la valentía de quienes se alzaron sin odio, el país se acercó a la democracia, dando paso a una de las transiciones más pacíficas de la historia contemporánea europea.


El Estado Novo


Durante décadas, Portugal vivió bajo el rígido control del llamado Estado Novo, el régimen instaurado por Antonio de Oliveira Salazar. Su gobierno se sostenía sobre el lema "Dios, Patria y Familia", una triada que encubría un sistema autoritario disfrazado de democracia. La censura era sistemática, las libertades estaban restringidas y la represión se ejercía con mano dura a través de la temida Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE), que operaba con una extensa red de informantes y delatores.

El origen de este regimen se remonta a 1926, cuando un golpe militar puso fin al sistema parlamentario. Salazar, entonces profesor de economía, fue nombrado ministro de Hacienda. Su éxito en estabilizar la moneda le abrió las puertas del poder, y en 1932 asumió la presidencia del Consejo de Ministros. Desde allí, consolidó un modelo ultraconservador y profundamente autoritario.

A los protagonistas de la Revolución se les conoce como los Capitanes de Abril, eran jóvenes oficiales del ejército portugués que, tras años de combatir en las guerras coloniales de África, decidieron que aquello debía terminar. Hartos de ver caer a sus compañeros en batallas sin sentido, canalizaron su descontento en una acción coordinada que cambiaría el rumbo del país. Su gesto no queda aislado y el pueblo portugués, golpeado por la pobreza, la censura y la represión salvaje de la PIDE, se suma con fuerza al levantamiento. Unidos por el deseo de libertad, militares y civiles tejen juntos el fin de una dictadura que había durado demasiado.

Los únicos que se resistieron abiertamente al cambio fue la PIDE, rebautizada por Marcelo Caetano como Dirección General de Seguridad (DGS) en un intento de lavado de imagen. Mientras el país se volcaba en una revolución pacífica, sus agentes se atrincheraban en el cuartel. Cuando la multitud rodeo el edificio, la PIDE abrió fuego contra los manifestantes, dejando cuatro víctimas mortales y tiñendo de sangre una jornada que, hasta entonces, había transcurrido sin violencia.

Tanque militar frente al edificio de la PIDE en Lisboa, con un clavel rojo insertado en el cañón como símbolo de la Revolución de los Claveles. La bandera portuguesa ondea sobre la entrada principal, y varios claveles están esparcidos sobre el suelo empedrado. La escena, iluminada por luz cálida, representa la rendición del régimen y el triunfo pacífico de la democracia en Portugal.

El cuartel fue finalmente tomado y la disolución formal de la PIDE se decretó ese mismo día. Por la tarde, Marcelo Caetano se rindió y entregó el poder al general Antonio de Spinola, figura respetada por los militares sublevados. Muchos agentes de la policía política, huyeron hacia la España franquista.

Con el regimen desmoronándose, se abrieron las puertas de la prisión y los presos políticos recuperaron la libertad. Los lideres exiliados comenzaron a regresar al país, y se inició una nueva etapa en la historia portuguesa. Marcelo Caetano fue autorizado a abandonar Portugal rumbo a Brasil, y Antonio Spinola asumió la presidencia provisional, marcando el inicio de la transición democrática.

El 27 de junio de 1976 se celebran las primeras elecciones presidenciales libres. El vencedor fue Antonio dos Santos, militar y figura clave en la transición democrática.

Con el nuevo sistema parlamentario en marcha, Portugal puso fin a las guerras coloniales que habían desgastado el país durante años. Se reconoció la independencia de Guinea-Bissau, Angola, Mozanbique, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Timor Oriental y Macao, cerrando así un capítulo de conflicto y dominación. Desde entonces, el 25 de abril es día de fiesta nacional.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados


Para saber más








5 comentarios:

  1. Hola, Beatriz, ¡qué bonito gesto! Ojalá cundiera ese ejemplo por las diferentes guerras que asolan el mundo ahora mismo. Es más, las armas se deberían transformar en flores, todas, sin excepción, a ver si así se le acababa el egoísmo a unos cuantos.
    Gracias por contar la historia.
    Un abrazo. :)

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    1. Buenos días, Merche. Muchas gracias por tu comentario. Ojalá se convirtiera en realidad tu deseo, que las armas se transformaran en flores y que la empatía abundara un poco más en el mundo, que falta hace.
      Un abrazo!!

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  2. Qué interesante Beatriz. Gracias por compartirlo. Besitos

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    1. Muchas gracias a ti, Nuria, por pasarte y comentar.
      Un abrazo!!

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  3. Hola Beatriz, que maravilla, todo un ejemplo para que cundiera, sin embargo, quedó por ahora ahí nada más. Me gustó mucho como narras ese principio, que hasta la piel chinita me puso, tal vez por recordar otros tiempos. Abrazo bien grande Themis

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