Jean François Champollion cambió para siempre la imagen del antiguo Egipto. Su talento para los idiomas y su incansable pasión por el país de las piramides lo llevó a descifrar los misterios de la escritura jeroglífica, un enigma que había desafiado a todos los estudiosos. Gracias a su trabajo con la Piedra Rosetta, Champollion logró desbloquear el código de los antiguos faraones, abriendo la puerta a un mundo de cultura, historia y conocimiento que permanecía oculto.